lunes, 16 de enero de 2012

Nota de viaje


En mi reciente viaje a Italia me sumergí en la vida cotidiana de mis parientes. Por una semana estuve habitando con la familia de unos primos, cuya hijita tiene apenas 14 meses de edad. La chamaca está en pleno proceso de asimilación y aprendizaje de la realidad que le ha tocado en este mundo...
 Lo hace con una gracia desarmante, que atrapó la atención de este intruso, ignorante en cuestiones de pañales y mamilas. La explosión de vitalidad con la que se conduce obligó a mi mente a simplificar sus esquemas para asimilar esa otra forma de vivir del niño totalmente confiado que cada minuto es un crecer gozoso en la dimensión del ser.

En contraste los avatares de las bolsas europeas rondaban molestas sobre las cabazas de los italianos, moderno instrumento de tortura habilmente maniobrados por sadicos agentes de las finanzas, sembraban temores.

Italia, mi pais, reune un caudal tan grande de cultura y civilidad que cuesta creer que deban los italianos angustiarse y resignar su habitual disposición a la alegria.  Un amigo economista http://www.edc-online.org/es/publicaciones/articulos-de/luigino-bruni.html?start=55)  enrolado en la corriente de la economia solidaria plasmó una plastica definición de los bienes materiales: para que los bienes se transformen en bienestar es preciso que entren en el cicuito de la comunión. Palabra más palabra menos.
La praxis cristiana así lo exige a las conciencias rectas. Y todos los espiritu nobles lo entienden y lo persiguen. ¿Y los otros? Sí hay otros que no lo entienden así y con ellos hay que confrontar, con respecto para convencerlos que él, tu, yo somos hermanos, porque Dios es Padre de todos.

Yo sigo.



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